sábado, 16 de febrero de 2013

Naturaleza de las Entidades Opositoras

Por motivos de mejor lectura, voy a dejar el enlace..Gracias


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El Hecho de Cristo y Las Fuerzas Opositoras: Lucifer, Arhiman, Los Asuras

 
OCULTISMO CRISTIANOImprimirE-mail
El hecho de Cristo y las Fuerzas Opositoras: Lucifer, Ahriman, Asuras
Por Rudolf Steiner   
 
(GA 107) Conferencia dada en Berlín, el 22 de marzo de 1909 
 
ImageHoy nos ocuparemos de esta cuestión: ¿Qué saca realmente el hombre moderno de la ciencia espiritual? La respuesta a esta pregunta se basa en muchas cosas que han llegado a nuestro conocimiento en el curso de conferencias, sobre todo las dadas el invierno pasado. La ciencia espiritual puede aparecer, en un primer momento, como una concepción del mundo entre las muchas otras que existen actualmente. Se puede argumentar que los enigmas de la existencia están ahí, la gente se esfuerza por todos los medios posibles a su alcance, sean religiosos o científicos, para responder a estos enigmas de la existencia en un intento por satisfacer, eso dicen, su entusiasmo y su deseo de conocimiento. La ciencia espiritual bien puede ser considerada una filosofía de vida más, ya sea que se haga llamar materialismo, monismo, animismo, idealismo, realismo, o lo que sea. Se puede entender como algo que se esfuerza por satisfacer el deseo de conocimiento a la par que otros conceptos del mundo moderno. Pero esto no es correcto. Aquello que el hombre adquiere a través de la ciencia espiritual supone algo de valor positivo y continuo en la vida, algo que no sólo satisface a su pensamiento o a su sed de conocimiento, sino que constituye un factor real y potente en la vida misma. Para entender esto debemos mirar a lo lejos y considerar el curso evolutivo de la humanidad desde un punto de vista particular.
Muchas veces hemos dirigido nuestra mirada a los tiempos del gran diluvio Atlante, a los tiempos en que nuestros antepasados, es decir, nuestras propias almas en los cuerpos de los antepasados, vivieron en el antiguo continente de la Atlántida entre Europa, África y América. También hemos mirado aún más atrás, a la época de Lemuria, cuando las almas de los hombres encarnados en la actualidad estaban en una etapa de existencia muy inferior a la actual. Ahora vamos a hablar de nuevo de esta época, recordándonos a nosotros mismos, para empezar, lo siguiente: El hombre ha alcanzado la etapa actual de su vida de sentimiento, de su vida de voluntad,  de su inteligencia, y  aún más incluso de su forma, porque los seres espirituales superiores en el cosmos también han estado trabajando sobre la existencia de la tierra. Hemos hablado de estos seres, ya sean los "Tronos", los "Espíritus de la Sabiduría", los "Espíritus de Movimiento", los "Espíritus de la Forma", los "Espíritus de la Personalidad", y así sucesivamente.
Ellos son los grandes constructores y arquitectos de la existencia que han conducido a la raza humana hacia delante paso a paso hasta su etapa actual. Pero tenemos que tener claro en nuestras mentes que hay otros Espíritus y otros Seres aparte de aquellos que ayudan a la evolución humana que también han intervenido, hay determinados seres espirituales que se oponen a las potencias progresivas. Y para cada época –sea Lemuria, Atlántida, o la época Post-Atlante- se puede indicar qué determinados seres espirituales pusieron los "obstáculos", seres espirituales que son los adversarios de aquéllos cuyo único objetivo es el progreso de la humanidad.
En la época de Lemuria -la primera que nos ocupa hoy- fueron los seres luciféricos los que intervinieron en la evolución del hombre, en oposición a las potencias que en ese momento se esforzaron en ayudarle a evolucionar. En la época de la Atlántida, los espíritus que se opusieron a las potencias progresivas o regulares fueron los espíritus de "Ahriman" o  poderes mefistofélicos. Los espíritus ahrimánicos o mefistofélicos –para emplear los nombres exactos- son los conocidos en la época medieval como los espíritus de "Satán", que no deben de confundirse con "Lucifer".
En nuestra época, con el paso del tiempo, otros seres espirituales de los cuales hablaremos más adelante, se convertirán en obstáculos en el camino de los espíritus progresivos. Nosotros nos preguntamos ahora: ¿Qué consiguieron realmente los espíritus luciféricos en la antigua época Lemúrica?
Estas cuestiones serán de nuestra consideración hoy desde un punto de vista particular. ¿En qué aspectos consiguieron el control los espíritus luciféricos durante la época de Lemuria? La mejor manera para entender esto es echar una mirada hacia atrás sobre el camino recorrido por la evolución humana.
ImageUstedes saben que en Antiguo Saturno los Tronos derramaron su propia sustancia para sentar las primeras bases del cuerpo físico humano. En Antiguo Sol los Espíritus de la Sabiduría imbuyeron en el hombre el éter o cuerpo vital. Y en la Tierra los Espíritus de la Forma le dotaron con el "yo", el ego, con el fin de que, al percatarse de sí mismo, como ser distinto a su entorno, pudiera convertirse en un ser independiente. Pero incluso si a través de los hechos de los Espíritus de la Forma se había convertido en independiente con respecto al mundo exterior que le rodea en la tierra, nunca habría llegado a ser independiente de los mismos Espíritus de la Forma, sino que habría permanecido dependiente de ellos, y habría sido dirigido por ellos como si dirigieran los hilos. Que esto no ocurriese se debió a algo que tuvo, en cierto sentido, un efecto beneficioso, esto es, el hecho de que en la época de Lemuria los seres luciféricos se pusieron en contra de los Espíritus de la Forma. Fueron estos seres luciféricos quienes dieron al hombre la perspectiva de la libertad, pero con ello le otorgaron la posibilidad de hacer el mal, de sucumbir a la pasión y al deseo en el mundo de los sentidos. ¿Y de qué se apoderaron estos seres luciféricos en realidad? Ellos se apoderaron de lo que había sido inculcado en el hombre como su miembro más profundo en ese momento: el cuerpo astral. Establecieron su base en el cuerpo astral humano y tomaron posesión del mismo. Si no hubiera sido por la llegada de los seres luciféricos este cuerpo astral se hubiera mantenido bajo la posesión exclusiva de los Espíritus de la Forma. Estos hubieran inculcado en este cuerpo astral, las fuerzas que le dan al hombre su contenido humano y le convierten en una imagen de los dioses, es decir, de los Espíritus de la Forma. El hombre habría llegado a ser ni más ni menos que eso, pero su vida habría permanecido dependiente de los Espíritus de la Forma por toda la eternidad.
Los Seres luciféricos se habían deslizado, por así decirlo, en el cuerpo astral del hombre, de manera que ahora dos tipos de seres estaban trabajando en ese cuerpo: los seres que llevan al hombre hacia adelante y los seres que, a la vez que obstruían ese constante impulso, habían establecido las bases de su independencia. Si los seres luciféricos no se hubieran introducido en él el hombre habría permanecido en un estado de inocencia y de pureza en su cuerpo astral. Ninguna pasión de las que solo se encuentran en la tierra se habría suscitado en su cuerpo astral. Las pasiones, impulsos y deseos del hombre fueron densificadas, por así decirlo envilecidas, por los seres luciféricos. Si no se le hubieran aproximado estos seres, el hombre habría mantenido una nostalgia perpetua de su hogar celestial, por los reinos del espíritu de donde había descendido. Él no habría tomado apego por lo que le rodeaba en la tierra, las impresiones terrenales no hubieran despertado ningún interés en él. Fue a través de los espíritus luciféricos que llegó a tener este interés, ese anhelo por las impresiones de la tierra. Estos espíritus le impulsaron a la esfera terrenal al impregnar su miembro más íntimo, su cuerpo astral. ¿Por qué, entonces, sucedió que el hombre no se separase del todo en ese momento de los Espíritus de la Forma o de los reinos espirituales superiores en su conjunto? ¿Por qué razón en lo que eran sus intereses y deseos no sucumbió por completo al mundo de los sentidos?
Y fue por esa razón por la que los espíritus que conducen a la humanidad hacia adelante tomaron contramedidas, inculcando en el ser del hombre lo que de otro modo no habría sido su destino, esto es, la enfermedad, el sufrimiento y el dolor. Ese fue el contrapeso necesario a las acciones de los espíritus luciféricos.
Los Espíritus luciféricos inculcaron en el hombre el deseo materialista, y como contramedida los seres superiores introdujeron la enfermedad y el sufrimiento como las consecuencias de los deseos e intereses materialistas, con el fin de que no sucumbiera por completo a este mundo de los sentidos. Y por eso hay exactamente tanto sufrimiento y el dolor en el mundo, como  hay de interés sólo en lo físico y lo material. Las escalas se mantienen en perfecto equilibrio, ya que lo uno compensa lo otro, y es por eso por lo que hay tantas pasiones y deseos por un lado como enfermedad y dolor por el otro. Este fue el efecto de las mutuas actividades de los espíritus luciféricos y los espíritus de la Forma en la época de Lemuria. Si los espíritus luciféricos no se hubieran aproximado al hombre éste no habría descendido al reino terrenal tan pronto como en realidad lo hizo. Su pasión y el deseo por el mundo de los sentidos también trajo consigo que sus ojos se abrieron y pudo contemplar el panorama del entorno de su existencia material antes de lo que hubiera sido el caso. Si la evolución se hubiera desarrollado ininterrumpidamente según el curso previsto por los espíritus progresivos, el hombre sólo habría tenido la vista del mundo que le rodeaba desde la mitad de la Epoca Atlante en adelante. Pero en ese caso lo habría visto espiritualmente, no como él lo ve hoy en día, sino que lo habría visto como la expresión directa de los seres espirituales. Pues el hombre vino antes de tiempo a la esfera terrestre, forzado  hacia abajo por sus intereses y deseos terrenales, siendo diferentes las condiciones de lo que de otro modo habrían sido en la mitad de la época Atlante.
El resultado fue que los espíritus ahrimánicos –o "Espíritus mefistofélicos", como también es correcto llamarles- se inmiscuyeron en lo que el hombre era capaz de ver y aprehender, por lo cual cayó en el error, en lo que, por primera vez, bien puede referirse como el "pecado consciente". La hueste de los Espíritus ahrimánicos ha trabajado sobre el hombre desde mediados de la época atlante en adelante. ¿Y con qué fin le sedujeron espíritus ahrimánicos? Le sedujeron para que mirase todo su medio ambiente como algo material, con el resultado de que él no vería a través de este mundo material sus verdaderos fundamentos espirituales. Si el hombre hubiera percibido lo espiritual en cada piedra, en cada planta, en cada animal, nunca habría caído en el error y con ello en el mal, y si sólo hubieran trabajado en él los espíritus progresivos hubiera estado protegido de las ilusiones en las que siempre caerá preso cuando él mismo se basa únicamente en las manifestaciones del mundo de los sentidos.
Image¿Cómo actuaron esos seres espirituales que desean promover el progreso del hombre para combatir toda esa corrupción, error e ilusión que surjía del mundo material? Ellos se ocuparon -y el proceso fue por supuesto lento y muy gradual- de que el hombre se erigiese de hecho por encima y fuera del mundo material como tal, lo cual le permitió asumir y trabajar sobre su karma. Por lo tanto así como los seres sobre los cuales recayó rectificar la atracción de los seres luciféricos introdujeron en el mundo el sufrimiento y el dolor, y lo que está conectado con los mismos, es decir la muerte, los seres cuya tarea consistía en rectificar el resultado del error sobre el mundo sensible, hicieron posible que el hombre, a través de su karma, borrase con el tiempo todos los errores, todo el mal que hubiera forjado en el mundo. Pero ¿qué hubiera pasado si el hombre se hubiera convertido en presa del mal y del error?. Pues que poco a poco se habría convertido en uno con el mal, se hubiera identificado con él, y ningún progreso le hubiera sido ya posible. Porque con cada error, cada mentira, cada ilusión, ponemos un obstáculo en el camino del progreso. Tendríamos que retrotraer nuestro progreso a exactamente el mismo punto en el que habíamos puesto obstáculos en nuestro camino a través del pecado y el error, si no estuviéramos en condiciones de corregirlos, es decir, no podríamos llegar a la meta verdadera del hombre. Sería imposible alcanzar este objetivo si las fuerzas contrapuestas, las fuerzas del karma, no estuvieran operativas.
Supongamos que en una de sus vidas usted comete un error. Si este error quedara firmemente fijado en su vida significaría nada menos que usted perdería el paso adelante que habría dado si usted no hubiera cometido tal error, y con cada error, se habría perdido un paso, los pasos suficientes que se correspondan exactamente con los errores cometidos. Si la posibilidad de superación del error no se hubiera dado, el hombre en última instancia hubiera quedado sumergido e inundado en él. Pero se nos otorgó la bendición del karma. ¿Qué significa esta bendición para el hombre? ¿Hay algo con respecto al karma que estremezca, algo que temer? Desde luego que no. El karma es un poder al que el hombre debiera estar agradecido. Pues el karma nos dice: Si usted ha cometido un error, recuerde que "Dios no puede ser burlado: cualquier cosa que un hombre siembre, eso mismo segará". Un error suyo exige que usted lo corrija, y entonces, después de haberlo borrado de su karma usted puede volver a dar un paso adelante.
Sin el karma, ningún progreso sería posible..El karma es una bendición que nos ha sido concedida, en la medida en que nos obliga a corregir cada error, para volver a reconducir los pasos que nos empujan hacia atrás.
Karma es así la consecuencia indirecta de las obras de Ahriman. Y ahora vamos un poco más allá. En nuestros días nos estamos moviendo hacia la época en que otros seres se acercarán al hombre, seres que en el futuro se inmiscuirán ante nosotros cada vez más profundamente en la evolución humana. Así como los Espíritus luciféricos intervinieron en la Lemuria y los Espíritus ahrimánicos en la época Atlante, nuestra época también verá la intrusión de unos seres. Seamos claros acerca de la naturaleza de estos seres.
De los seres que intervinieron durante la época de la Lemuria, debemos decir: se atrincheraron en el cuerpo astral del hombre, establecieron sus intereses, impulsos y deseos en la esfera terrestre. ¿Dónde -para hablar con mayor precisión- se ubicaron estos seres luciféricos?
Sólo se puede entender esto tomando como base lo establecido en mi libro Teosofía. Allí se muestra que hay que distinguir los siguientes miembros del ser del hombre: primero, su cuerpo físico, después su éter o cuerpo vital y luego su cuerpo astral -o como yo lo he llamado en ese libro- el cuerpo sensible, o alma corporal.
Estos son los tres miembros con los que el hombre fue dotado antes de su existencia terrena. La base del cuerpo físico fue establecida en Antiguo Saturno, el cuerpo etérico en Antiguo Sol, y el alma o cuerpo sensible en Antigua Luna. En la Tierra se añadió el alma sensible -que en realidad es una transformación, una elaboración llevada a cabo inconscientemente del cuerpo sensible-. Lucifer se ancló a sí mismo en el alma sensible, y allí permanece. A través de la transformación inconsciente del cuerpo etérico, nació el alma intelectual, una descripción más detallada de la cual está contenida en el libro titulado La Educación del Niño. Fue en este segundo miembro del alma, el alma intelectual -la parte transformada del cuerpo etérico- donde Ahriman estableció su asentamiento. Desde allí atrae al hombre hacia falsos conceptos y juicios sobre las cosas materiales, llevándole al error, al pecado, a la mentira -a todo lo que se origina en el alma intelectual o mental-. En todas las ilusiones en que la materia es la única realidad, debemos de percibir los susurros tentadores de Ahriman, de Mefistófeles. En tercer lugar, está el alma de conciencia (el alma espiritual), derivado de una transformación inconsciente del cuerpo físico. Ustedes recordarán cómo se produjo esta transformación. Hacia el final de la época de la Atlántida, el cuerpo etérico correspondiente a la cabeza se encajó en la cabeza física y poco a poco produjo la auto-conciencia en el cuerpo físico. Hablando en términos fundamentales, el hombre sigue trabajando en esta transformación inconsciente del cuerpo físico, en el desarrollo del alma de conciencia. Y en la época que ahora se está acercando, los seres espirituales conocidos como los Asuras (ver Nota 1) se introducen en el alma de conciencia y con ello en el "yo" humano o ego, pues el "yo" se enciende en el alma de conciencia. Los Asuras van a generar el mal con una fuerza mucho más poderosa que la ejercida por los poderes satánicos en la época Atlante o por los espíritus luciféricos en la época de Lemuria.
ImageDurante el transcurso del período de la Tierra el hombre arrojará todo el mal que le inculcaron los espíritus luciféricos junto con la bendición de la libertad. El mal traído por los espíritus ahrimánicos puede ser compensado en el curso del karma. Pero el mal traído por las potencias asúricas no se puede borrar de esta manera. Así como los espíritus buenos instituyeron el dolor y el sufrimiento, la enfermedad y la muerte, con el fin de que a pesar de la posibilidad del mal, la evolución del hombre todavía pudiera avanzar, y mientras los buenos espíritus hicieron posible el funcionamiento del karma a fin de que los poderes ahrimánicos pudieran ser resistidos y el mal se convirtiera en bien, no será tan fácil hacer frente a los poderes asúricos mientras la existencia de la tierra siga su curso. Pues estos espíritus asúricos se quedarán todo aquello de lo que se han apoderado, esto es, la esencia misma del ser del hombre, el alma la conciencia junto con el "yo", para unirlo a la materialidad terrenal. Fragmento tras fragmento serán arrancados del “yo”, y en la misma medida en que los espíritus asúricos establezcan en el alma la conciencia, el hombre deberá dejar partes de su existencia detrás en la tierra. Lo que se convierte así en la presa de las potencias asúricas se perderá para siempre. No es que todo el hombre tenga que convertirse en su víctima, pero partes de su espíritu serán arrancados por los poderes asúricos.
Estas potencias asúricas estás siendo ratificadas en nuestros días por la tendencia predominante de vivir enteramente para el mundo material y hacer caso omiso de la realidad de los seres espirituales y de los mundos espirituales. La verdad es que las potencias asúricas  corrompen al hombre actual de una manera que es más teórica que real. Hoy en día le engañan por diversos medios dentro de su pensamiento en el sentido de que su 'yo' es un producto del mundo físico solamente, imbuyéndole en una especie de materialismo teórico. Pero a medida que pasa el tiempo -y los signos premonitorios de esto son las pasiones sensuales y depravadas que se están volviendo cada vez más frecuentes en la tierra- conseguirán cegar la visión del hombre acerca de los seres espirituales y poderes espirituales. El hombre no sabe nada ni desea saber nada del mundo espiritual. De forma cada vez más notable no solo se enseñará que los más altos ideales morales de la humanidad no son más que sublimaciones de impulsos animales, que el pensamiento humano no es más que una transformación de una facultad que también poseen los animales, que el hombre es similar al animal con respecto a su forma y además que en todo su ser desciende del animal, sino que tomará este punto de vista con total seriedad y ordenará su vida en función de él.
El hombre aún no basa del todo su vida en el principio de que su verdadero ser desciende de los animales. Pero este punto de vista sobre la existencia surgirá inevitablemente, con el resultado de que los hombres también vivirán como animales, se hundirán en impulsos animales y pasiones animales. Y en muchas otras cosas que no necesitamos explicitar más aquí, muchos aspectos que en las grandes ciudades tienen su expresión en orgías de lujuriosa sensualidad, ya podemos percibir el resplandor espantoso e infernal de los espíritus que llamamos los Asuras.
Miremos atrás una vez más. Hemos dicho que el sufrimiento y el dolor, que incluso la muerte, fueron traídos por los Espíritus que están concentrados en el progreso del hombre. Las palabras de la Biblia son inequívocas: “con dolor parirás los hijos” La muerte había entrado en el mundo. Los Poderes que se oponen a los espíritus luciféricos decretaron la muerte para el hombre. ¿De quién provino el don del karma mismo, quién hizo posible el karma para el hombre? Para comprender lo que se está diciendo aquí debéis descartar toda noción terrenal y pedante, del tiempo. Las nociones terrenales del tiempo dan lugar a la creencia de que lo que ha sucedido aquí o allí tendrá un efecto sólo sobre lo que viene después. Pero en el mundo espiritual sucede que lo que llega a pasar se revela en su efecto, de antemano; en su efecto ya está allí, con anticipación. ¿De dónde proviene la bendición del karma? ¿De dónde ha surgido en nuestra evolución terrenal esta bendición del karma? Ha surgido de un Poder que no es otro que el Cristo.
Aunque Cristo apareció posteriormente, Él ya se hallaba presente en la esfera espiritual de la Tierra. Ya en los antiguos Oráculos de la Atlántida, los sacerdotes de aquellos Oráculos hablaban del “Espíritu del Sol”, de Cristo. En la antigua Época Hindú de la civilización, los Santos Rishis hablaban de “Vishva Karman”, Zaratustra en la antigua Persia hablaba de “Ahura Mazdao”, Hermes de “Osiris”, y Moises hablaba del Poder que, siendo eterno, produce la armonización de lo temporal y lo natural, el Poder que vive en el “Ehjeh asher Ehjeh” (Yo soy el Yo SOY) como el precursor de Cristo. Todos ellos hablaban del Cristo; ¿pero dónde se hallaba Él en aquellos tiempos remotos? En el reino en el que sólo el ojo del espíritu puede penetrar, en el mundo espiritual. Siempre se le puede encontrar en el mundo espiritual, trabajando en y desde el mundo espiritual. Él es quien, incluso antes de que el hombre apareciera en la Tierra, hizo posible la posibilidad del karma. Entonces Él mismo vino a la Tierra, y sabemos lo que esto ha significado para el hombre. Hemos descrito lo que Él hizo en la esfera terrenal, hemos hablado de la importancia del Suceso del Gólgota y de su efecto también sobre aquellos que en ese momento estaban en el mundo espiritual, no encarnados en cuerpos terrenales. Sabemos que en el momento en que en el Gólgota fluyó la Sangre de las heridas, el Espíritu de Cristo apareció en el inframundo, inundando el mundo espiritual completo con esplendor y luz; hemos dicho que la aparición de Cristo sobre la Tierra es el suceso de mayor importancia también para el mundo a través del cual pasa el hombre entre la muerte y un nuevo nacimiento (ver Nota 2).
El impulso que surge de Cristo es realidad en el sentido más pleno. No necesitamos sino preguntarnos qué hubiera sido de la Tierra si el Cristo no hubiera aparecido. Precisamente desde la imagen opuesta –una Tierra sin Cristo- pueden comprender la importancia de la venida de Cristo. Supongamos que Cristo no hubiera venido, que el Misterio del Gólgota no hubiera tenido lugar.
ImageAntes de la venida del Cristo, la condición en el mundo espiritual de las almas humanas que habían progresado más, que habían adquirido el interés más profundo por la vida terrenal, se expresaba verdaderamente en el adagio de los Griegos: Mejor ser un mendigo en el mundo superior que un rey en el reino de las Sombras. Pues antes del Suceso del Gólgota, las almas en el mundo espiritual se sentían completamente aisladas, envueltas en la oscuridad. El mundo espiritual en toda su brillante claridad no era transparente para aquellos que entraban en él a través del portal de la muerte. Cada uno se sentía aislado, arrojado sobre sí mismo como si hubiera una pared entre él y cualquier otra alma. Y este sentimiento de aislamiento se hubiera ido intensificando cada vez más. El hombre se hubiera endurecido dentro del yo, hubiera sido arrojado en sí mismo, no hubiera podido haber encontrado ningún puente hacia los demás. Y el egoísmo, ya intenso, se hubiera incrementado más allá de toda medida con cada nueva encarnación.
La existencia terrenal hubiera ido convirtiendo a los hombres en completos egoístas. No habría habido posibilidad de hermandad en la tierra o de armonía interior entre las almas; pues con cada viaje a través del mundo espiritual, hubieran penetrado influencias cada vez más fuertes en el yo. Eso es lo que le habría sucedido a la Tierra sin el Cristo. Que se encontrara de nuevo el camino de un alma a otra, que la poderosa fuerza de la hermandad se pudiera verter sobre toda la humanidad, todo esto se debe a la venida del Cristo, al Suceso del Gólgota. Por tanto Cristo es el Poder que ha permitido al hombre convertir la existencia terrenal  en último término en algo bueno, en otras palabras, dar al karma su verdadera configuración, pues el karma debe trabajarse sobre la Tierra. Que el hombre encuentre en sí mismo la fuerza para obtener provecho de su karma en la existencia física, que la evolución progresiva sea posible para él, todo esto se lo debe a la acción del Suceso de Cristo, a la presencia de Cristo en el reino terrenal.
Y así vemos muchas fuerzas y seres diversos actuando juntos en la evolución de la humanidad. Si Cristo no hubiera venido a la Tierra, el hombre se hubiera sumergido en el error, porque al haberse endurecido dentro de sí, se hubiera convertido en una especie de globo aislado, no sabiendo nada de los demás seres, enteramente encerrado en sí mismo, conducido a esa condición por el error y el pecado.
Cristo es ciertamente la Luz que saca del error y del pecado, la Luz que permite al hombre encontrar el camino hacia arriba. Y ahora preguntémonos: ¿Qué fue aquello que perdió el hombre al descender desde el mundo espiritual, al ser atrapado en los deseos y pasiones bajo la influencia de Lucifer, y después, bajo la influencia de Ahriman, ser atrapado en el error, la ilusión y las mentiras en el mundo terrenal? Perdió la visión directa del mundo espiritual, perdió la comprensión del mundo espiritual.
¿Qué debe recuperar entonces? Debe recuperar la plena comprensión del mundo espiritual. Como ser auto-consciente, el hombre puede comprender la importancia del Acto de Cristo sólo dándose cuenta, con la plena claridad de la comprensión, de la importancia del Cristo. El Poder de Cristo está allí en verdad, no fue traído por el hombre, pues el Poder de Cristo fue traído a la Tierra por el mismo Cristo. El karma ha entrado en la humanidad a través de Cristo. Pero ahora, con la auto-consciencia, el hombre debe aprender a conocer a Cristo en Su verdadera naturaleza y Su conexión con el universo completo. Sólo así el hombre puede trabajar como un “Yo” en su verdadero sentido. Qué consigue entonces realmente cuando, después de la aparición de Cristo, no se queda satisfecho simplemente con dejar que el poder de Cristo obre sobre él inconscientemente, diciendo: ¡Me conformo con el conocimiento de que Cristo vino a la Tierra; Él me redimirá y asegurará mi progreso!, sino cuando dice: ¡estoy determinado a saber lo que es Cristo en toda Su realidad, cómo descendió, estoy decidido a participar a través de mi propio espíritu en el Hecho de Cristo! ¿Qué consigue el hombre de ese modo?
Recordad que como los espíritus luciféricos entraron en su cuerpo astral, el hombre ha bajado al mundo sensorial, cayendo de ese modo en poder del mal, pero adquiriendo también la posibilidad de la libertad auto-consciente. Lucifer está en verdad muy presente en el ser del hombre, le ha atraído a la tierra, le ha enredado en la existencia terrenal; como las pasiones y deseos contenidos en el cuerpo astral habían sido primero conducidos por Lucifer al reino terrenal, Ahriman también fue capaz de invadir el cuerpo astral, en el alma intelectual. Apareció Cristo, y con Él la fuerza que puede elevar al hombre de nuevo al mundo espiritual. Pero ahora, si así lo desea, el hombre puede llegar a conocer a Cristo, puede adquirir toda la sabiduría para alcanzar este fin. ¿Qué logra de ese modo? ¡Algo de suma importancia! Cuando un hombre conoce a Cristo, cuando absorbe la sabiduría que engendra conocimiento sobre lo que Cristo es verdaderamente, entonces se redime a sí mismo y a los Seres luciféricos a través de este conocimiento de Cristo. Si hombre simplemente dijera: Me conformo con el hecho de que Cristo apareció y me dejo redimir por Él inconscientemente, entonces no contribuiría en nada a la redención de los Seres luciféricos. Estos seres luciféricos, que han traído la libertad al hombre, también hacen posible que él, si así lo quiere, la aproveche para comprender a Cristo. Entonces los Espíritus luciféricos son limpiados y purificados en el fuego del Cristianismo y el mal que han hecho a la Tierra se convierte en una bendición. La libertad se ha alcanzado, pero también será transportada a la esfera espiritual como una bendición. Que el hombre sea capaz de esto, que sea capaz de comprender a Cristo, que Lucifer, resucitado en una nueva forma, pueda unirse a Cristo como el Espíritu Bueno, todo esto, como una profecía aún, lo dijo Cristo mismo a aquellos que Le rodeaban cuando dijo: “¡Seréis iluminados por el nuevo Espíritu, por el Espíritu Santo!” Este “Espíritu Santo” no es otro que aquel Espíritu a través del cual el hombre puede comprender lo que Cristo ha hecho. Cristo deseaba no deseaba simplemente obrar, sino también ser aprehendido, comprendido. Por tanto el envío del Espíritu que inspira a los hombres, el envío del “Espíritu Santo”, está implícito en el Cristianismo.
ImageEn el sentido espiritual, Pentecostés está inseparablemente unido con la Pascua. Este “Espíritu Santo” no es otro que el Espíritu-Lucifer, resucitado ahora en una gloria más elevada, más pura: el Espíritu de la comprensión independiente, de la sabiduría entretejida. Cristo mismo predijo que este Espíritu vendría a los hombres después de Él, y a la luz de este Espíritu deben proseguir su trabajo. ¿Qué es lo que continúa obrando a la luz de este Espíritu? ¡La corriente mundial de la ciencia espiritual, si se concibe correctamente! ¿Qué es esta ciencia espiritual? Es la sabiduría del Espíritu, la sabiduría que eleva a la plena luz de la consciencia aquello que de otro modo se quedaría en la inconsciencia en el Cristianismo. La antorcha del Lucifer resucitado, del Lucifer transformado ahora en el bueno, blasona el camino de Cristo. Lucifer es el portador de la Luz, ¡y Cristo es la Luz! Como la palabra misma denota, Lucifer es el “Portador de la Luz”. Eso es lo que el movimiento de la ciencia espiritual debería ser, eso está implícito. Aquellos que saben que el progreso de la humanidad depende de la comprensión viviente del poderoso Suceso del Gólgota son aquellos que como “Maestros de la Sabiduría y de la Armonía de los Sentimientos” están unidos en la gran Logia que guía a la Humanidad. E igual que una vez las “lenguas de fuego” bajaron como símbolo viviente sobre el grupo de los apóstoles, del mismo modo el “Espíritu Santo” anunciado por Cristo mismo reina como la Luz sobre la Logia de los doce. El Decimotercero es el Líder de la Logia de los Doce. El “Espíritu Santo” es el poderoso Maestro de aquellos que llamamos “Los Maestros de la Sabiduría y de la Armonía de los Sentimientos”. Es a través de ellos como desciende a la humanidad su voz y su sabiduría, a través de esta o aquella corriente sobre la Tierra. Los tesoros de sabiduría reunidos por el movimiento de la ciencia espiritual para comprender el universo y los Espíritus que hay en él, a través del “Espíritu Santo” en la Logia de los Doce; y eso es lo que conducirá en último término a la humanidad paso a paso hasta la comprensión libre y autoconsciente de Cristo y del Suceso del Gólgota. Así, “cultivar” la ciencia espiritual significa comprender que Cristo envió al Espíritu al mundo; la búsqueda de la ciencia espiritual está implícita en el verdadero Cristianismo. Esto será cada vez más evidente para los hombres, y entonces se darán cuenta de que en la ciencia espiritual tienen un potente recurso en sus vidas. Los hombres deben a la ciencia espiritual la consciencia que despierta en ellos gradualmente, de que Cristo es el Espíritu que llena el mundo de luz. Y la consecuencia será que aquí en este globo terrenal, en el mundo físico mismo, los hombres harán progresos en su vida moral, en su vida volitiva, en su vida intelectual. A través de la vida física misma el mundo se espiritualizará cada vez más. Los hombres ganarán bondad, fuerza y sabiduría, y contemplarán con una visión cada vez más penetrante en los fundamentos y orígenes de la existencia. Portarán con ellos a la vida suprasensible los frutos adquiridos en esta vida física, y una y otra vez traerán estos frutos de vuelta desde la vida suprasensible a una nueva encarnación.
Así la tierra se irá convirtiendo cada vez más en la expresión de su Espíritu, del Espíritu de Cristo. La ciencia espiritual se comprenderá a la luz de los fundamentos del mundo, aprehendida como un poder real y activo. En varios aspectos la humanidad actual está cerca de perder completamente el Espíritu. En una reciente conferencia pública (ver Nota 3) se dijo que los hombres sufren hoy bajo el miedo a la herencia. El miedo a la carga hereditaria es el vástago directo de nuestra época materialista. ¿Pero es suficiente si un hombre se dice simplemente que él no necesita tener este miedo? De ningún modo es suficiente. Un hombre que no se preocupe del mundo espiritual, que no instile en su alma lo que pueda fluir de la ciencia espiritual, está sujeto a las fuerzas de la herencia física. Sólo al impregnar todo su ser en lo que la ciencia espiritual puede comunicarle, obtendrá dominio sobre las fuerzas de la herencia, la contemplará como un factor de importancia secundaria y se convertirá en vencedor sobre todo aquello que los poderes opositores ponen en su camino en el mundo externo. No es al argumentar, o al filosofar, o al afirmar: ¡El Espíritu existe!, que el hombre pone bajo su control la vida de los sentidos, sino al impregnarse con el Espíritu, al absorber el Espíritu, al tener la voluntad de adquirir un íntimo conocimiento del Espíritu. Entonces la ciencia espiritual hará más saludable al hombre, incluso en el mundo físico; pues la ciencia espiritual es una terapia que da vigor y salud. Y el poder esencial de la ciencia espiritual será cada vez más evidente para nosotros cuando consideramos qué pasa con el ser humano cuando atraviesa el portal de la muerte. La mente moderna encuentra aquí grandes dificultades.
El hombre piensa: ¿por qué tengo que preocuparme de lo que sucede en el mundo espiritual? ¡Cuando muero entro en el mundo espiritual de todos modos y entonces ya veré y oiré lo que sucede allí! Uno escucha esta despreocupada forma de hablar en innumerables variaciones: ¿por qué debería preocuparme sobre lo espiritual antes de morir? Cuando llegue el momento ya veré lo que haya que ver. Mi relación con el mundo espiritual no se verá alterada en lo más mínimo, no importa que me preocupe o no de él. ¡Pero esto ciertamente no es así! Un hombre que piensa de tal manera entrará en un mundo de oscuridad y penumbra, incapaz de hacer gran cosa de lo que se dice en mi libro Teosofía sobre los mundos espirituales. Pues sólo al aliarse en alma y espíritu con el mundo espiritual durante su vida en el mundo físico, puede el hombre adquirir la facultad de percepción en el mundo espiritual; la preparación debe hacerse en su vida aquí sobre la Tierra. El mundo espiritual está allí ciertamente, la facultad de ser capaz de ver en aquel mundo debe adquirirse en la Tierra; de otro modo hay ceguera en el mundo espiritual.
ImageLa ciencia espiritual por tanto es el único poder que hace posible al hombre entrar en el mundo espiritual con consciencia. Si Cristo no hubiera aparecido en el mundo físico, el hombre se hubiera ido a pique en aquel mundo, no hubiera podido haber encontrado la entrada al mundo espiritual. Pero Cristo le eleva al mundo espiritual de tal forma que pueda ver y ser consciente allí. Esto depende de su conocimiento de cómo unir su ser con el Espíritu enviado por Cristo; si carece de ese conocimiento, permanece inconsciente. El hombre ha de ganar su inmortalidad por sus propios esfuerzos, pues una inmortalidad inconsciente no es inmortalidad. Un hermoso adagio de Meister Eckhardt dice: “¿En qué beneficia a un hombre ser rey, si no sabe que lo es?” Lo que quería decir es: ¿De qué le sirve el mundo espiritual a un hombre si no sabe lo que los mundos espirituales son en realidad? La capacidad para ver el mundo espiritual no puede adquirirse sólo en el mundo físico. Aquellos que preguntan: ¿Por qué fue necesario que el hombre descendiera al mundo físico? harían bien en llevar esto a su corazón: El hombre descendió para adquirir visión del mundo espiritual. Hubiera permanecido ciego al mundo espiritual si no hubiera descendido y alcanzado la humanidad autoconsciente que le permite regresar al mundo espiritual que ahora se despliega con luz y esplendor ante su alma.
La ciencia espiritual por tanto no es una mera “concepción del mundo” en el sentido aceptado, sino algo sin lo cual –incluso en la parte inmortal de su ser- el hombre no puede saber nada acerca de los mundos de la inmortalidad. La ciencia espiritual es un poder activo, que impregna el alma como algo real. Y como estás presente aquí en la búsqueda de la ciencia espiritual, no solo estás obteniendo conocimiento, sino que estás creciendo para transformarte en algo en lo que de otro modo no te habrías transformado. Esa es la diferencia entre la ciencia espiritual y otras concepciones del mundo. Las últimas están enraizadas en el conocimiento, mientras que la ciencia espiritual está enraizada en el ser.
Correctamente concebidas, estas cosas nos harán decirnos: Con esta iluminación, se revela una relación interior fundamental entre Cristo, el Espíritu y la ciencia espiritual. A la vista de esta relación, todas las afirmaciones superficiales hechas hoy, en el sentido de que se está estableciendo un camino occidental en oposición a un camino oriental de ocultismo, se caen por su propio peso. No puede haber tal oposición. No hay dos ocultismos, hay sólo un ocultismo; y no hay oposición entre la Teosofía oriental y la occidental. Sólo hay una verdad. Y cuál debería ser nuestra respuesta cuando se nos pregunta: Si el ocultismo oriental es lo mismo que el ocultismo occidental, ¿por qué en el ocultismo oriental no se reconoce a Cristo? La respuesta correcta es que no somos nosotros quienes debemos responder; esa obligación no recae sobre nosotros, pues nosotros reconocemos plenamente el ocultismo oriental. Si se nos pregunta si reconocemos lo que el ocultismo oriental dice sobre Brahma, sobre el Buda, responderemos: ciertamente lo reconocemos. Comprendemos lo que se quiere decir cuando se nos habla de que el Buda alcanzó su elevado rango de esta o de aquella manera. No negamos ni una sola de las verdades orientales; en la medida en que son verdades las reconocemos todas ellas. ¿Pero evitará esto que reconozcamos, también, lo que llega aún más lejos? ¡De ninguna manera! Reconocemos lo que se dice en el ocultismo oriental, pero eso no nos impide reconocer, también, las verdades occidentales.
Cuando la gente alega que es una forma inferior de pensamiento por parte de los orientalistas, decir que el Buda murió por comer demasiado cerdo –como afirman estos doctos caballeros- y se explica que esto realmente tiene un profundo significado, es decir, que el Buda impartió a aquellos cercanos a  él demasiada sabiduría esotérica, de tal modo que este exceso causó el comienzo de una especie de karma, entonces estamos de acuerdo en que esto es así; decimos: ¡ciertamente ahí detrás están las más profundas verdades esotéricas como afirmáis vosotros, que sois esoteristas orientales! Pero cuando la afirmación de que el Apocalipsis fue revelado a San Juan en Patmos entre truenos y relámpagos, se afirma que es algo ininteligible (ver Nota 4), entonces nuestra respuesta será: ¡cualquiera que sea consciente de lo que realmente se quiere decir, sabe que eso es verdad! No refutamos lo que se dice sobre el Buda, pero no podemos estar de acuerdo cuando la validad de la otra afirmación (en relación al Apocalipsis) se niega. No impugnamos la afirmación de que el cuerpo astral del Buda se preservó y fue posteriormente incorporado en Shankaracharya. Pero eso no nos impide enseñar que el cuerpo astral de Jesús de Nazaret se preservó y se incorporó en múltiples réplicas en diversos individuos entregados al Cristianismo, como San Francisco de Asís, o Santa Isabel de Turingia. No negamos ni una sola verdad del esoterismo oriental. Por tanto, cuando se nos pregunta: ¿Por qué se rechaza algo? ¿Por qué hay oposición? no nos incumbe a nosotros responder. Nos incumbiría responder si la oposición viniera de nuestra parte. ¡Pero no es así! El deber de responder recae sobre el que niega, no sobre el que coincide. Eso es bastante obvio.
En las próximas semanas (ver Nota 5) podréis escuchar la relación entre la ciencia espiritual y el Suceso del Gólgota y os daréis cuenta de que la vocación, la misión del movimiento de la ciencia espiritual en el mundo, se ve elevada a una esfera superior en la medida en que la ciencia espiritual ponga en práctica la inspiración, el poder que el mismo Cristo proclamó como el Espíritu.
Así vemos cómo los Poderes actúan unidos en el mundo, cómo todo lo que parece oponerse al progreso de la humanidad consecuentemente resulta ser una bendición. Nos damos cuenta, también, de que en la época post-Atlante –de época en época- el Espíritu que ha traído la libertad al hombre aparecerá de nuevo en una nueva forma: Luciferus, el soberano Portador de la Luz, será redimido. Pues todo en el gran Plan del Mundo es bueno y el mal resiste sólo por una razón. Por tanto aquel que sólo cree en la eternidad del mal confunde lo temporal con lo eterno; aquel que no se eleva desde lo temporal a lo eterno nunca podrá comprender el mal.
Rudolf Steiner
Traducido por Equipo Redacción Revista BIOSOPHIA

Nota 1: Los Asuras son Seres rezagados de la Jerarquía de los Archai (Espíritus de la Personalidad). Son Seres que en vez de promover el progreso del hombre hacia la independencia, le seducen hacia un grosero egoísmo. En el sentido negativo ellos ahora llevan el nombre que pertenecía en un principio a la Jerarquía completa. C.S.P.
Nota 2: Ver conferencia 13, Ciclo VIII: El evangelio de San Juan en relación con los otros tres Evangelios, especialmente con el Evangelio de San Lucas. “En el momento en que la Sangre fluyó de las heridas en el Gólgota, la tierra, que en el transcurso de la evolución se había ido oscureciendo cada vez más, comenzó a irradiar luz al espacio cósmico, comenzó a ser radiante”.
Nota 3: Berlín, 18 de febrero de 1909.
Nota 4: La referencia es a un pasaje de La Doctrina Secreta, de H.P.Blavatsky. Un volumen posterior, recopilado por Annie Besant de manuscritos dejados por Blavatsky, incluye una afirmación indicando que la autora no desconocía el significado del trueno y relámpago como acompañamiento de las revelaciones espirituales. (C.S.P.)
Nota 5: Ciclo de conferencias sobre las “Jerarquías Espirituales”.

Palabras de Oro

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Palabras de Oro
Por Helena Blavatsky   
 

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La dama con Armiño
La verdad jamás puede ser destruída; y por eso no ha surtido efecto la tentativa de eliminar enteramente de la faz de la tierra todo vestigio de la Antigua Sabiduría, ni de aguijonear y amordazar a todos aquellos que pudieran dar testimonio de ella. Si se atiende a los millares y tal vez millones de manuscritos quemados; a los monumentos reducidos al polvo con sus inscripciones más que indiscretas y pinturas de un simbolismo excesivamente sugestivo; a la multitud de eremitas y ascetas que se pasaron recorriendo las ruinas de las ciudades del alto y bajo Egipto, los desiertos y las montañas, los valles y las tierras altas, buscando con ansia obeliscos y columnas, rollos y pergaminos, para destruir los que contuviesen el símbolo del Tao o cualquier otro signo de los que la nueva fe se había apropiado – se comprenderá fácilmente por qué sobró tan poco de los anales del pasado.
La realidad es que el obsesivo espíritu de fanatismo de los cristianos de los primeros siglos y de la Edad Media, como ocurrió después con los sectarios del islamismo, prefirió siempre vivir en el obscurantismo y en la ignorancia. Unos y otros convirtieron (...) el suelo en sangre, e hicieron de la tierra una tumba, de la tumba un infierno, y de este infierno las más profundas tinieblas.
Ambas religiones conquistaron sus prosélitos con la punta de la espada; ambas construyeron sus templos sobre enormes hecatombes de víctimas humanas. En el Pórtico del siglo I de nuestra era brillaron fatídicamente estas palabras ominosas: “El Karma de Israel”. En los umbrales del XIX podrán leer los profetas del futuro otras palabras que harán referencia al Karma de la historia astutamente falseada, de hechos distorsionados a propósito y de grandes caracteres calumniados ante la posteridad y destruidos hasta dejarles irreconocibles entre los dos carros de Jagannatha: el Fanatismo y el Materialismo: uno que todo lo acepta y otro que todo lo niega.
Sabio es aquél que se mantiene tranquilo entre los dos extremos, y que confía en la justicia eterna de las cosas.

“La Doctrina Secreta”
    Helena Blavatsky

Todo tiene VIDA


“En el Universo entero, en cada forma, subyace un alma; en cada movimiento, subyace un impulso; en todos los efectos, subyace una causa; en todos los tiempos, subyace una eternidad; en todas las construcciones, subyace un plan que se ejecuta.”



(Editorial CLUC, N.E. IV. Lisboa 1996)


La Imagen Suprasensible de Lucifer


EL PROCESO DE INICIACIÓN OCULTAImprimirE-mail
La imagen suprasensible de Lucifer
Por Pedro A. Quiñones   
 
ImageY con esta consideración, vamos a abordar la aproximación a la imagen de Lucifer. En el caso de las Entidades Luciféricas, se trata de una moral de naturaleza Cósmica, que se trasluce mucho en las enseñanzas de Francisco de Asís, ya que éste fue discípulo directo del Budha durante varias encarnaciones, y la moral de Budha es exactamente una moral Cósmica. Es la sabiduría que explica la forma idónea de mantenerse de acuerdo con el Cosmos. La finalidad de esa Sabiduría radica en la obtención de la liberación del proceso de encarnaciones, (la 'Rueda de nacimientos y muertes' de Shamsara) lo cual, como nosotros los esoteristas Cristianos sabemos, es, cuando menos, un objetivo confuso.
El Cristo no hizo el Cosmos para que el hombre aprendiese a mantenerse en armonía con él y obtuviese la liberación del ciclo de encarnaciones. Hizo el cosmos para que pudiese existir el ciclo de encarnaciones. E hizo el ciclo de encarnaciones para que el hombre adquiriese una individualidad.Y, como resultado de esa individualidad, y para que aprendiese a utilizarla adecuadamente, creó las dificultades y las situaciones complejas, para establecer condiciones en las cuales las individualidades pudiesen desarrollar dos cualidades que, esas sí, son las más esenciales en el camino Cristiano: la Empatia y laSolidaridad, que en la terminología de San Pablo se resumen en la palabra 'caritas', cuidado amoroso del prójimo, amor.
La diferencia entre el amor al prójimo en un Pablo y en un San Francisco, al menos como yo lo percibo, es extremadamente sutil, y que tal vez no todos puedan apreciar. Me imagino que no va a gustar, sobre todo a los muchos partidarios del 'pobrecillo de Asís', que debo anticipar que a mí nunca ha terminado de caerme simpático. Cuando, en mi infancia y adolescencia, leía, reiteradas veces, las famosas 'Florecillas de San Francisco', debo de confesar que lo hacía con una mezcla de fascinación y horror. Sí, en la imagen que allí se trasmitía de San Francisco, en su psique, percibía algo así como la actitud de los yoguis hindúes que se mortifican de maneras inhumanas, para conseguir desvincularse del cuerpo físico. Había algo anti-natural, disimulado bajo una aparente capa de amor a todo lo que le rodeaba.
Quien de verdad, espontáneamente, ama a la naturaleza, ama a la vida; y quien ama a la vida, se ama a si mismo, no se odia. Generalmente, en los místicos nos encontramos con esta confusión: se confunden a sí mismos con el doble, con su parte obscura, y, por tanto, no pueden amarse a sí mismos. Una de las muy pocas verdades de la Psicología Moderna que se halla a la misma altura de los preceptos evangélicos, por simple necesidad lógica, es la que enuncia que quien no se ama a sí mismo no puede amar a nada ni a nadie.
Para no incitar a confusiones a las personas no especializadas en estos ámbitos: Este amor a sí mismo implica, básicamente, instinto de sana conservación, y un auto-cuidado para mantenerse en adecuadas relaciones con el entorno. Claro, para amarse adecuadamente a sí mismo, uno debe saberse diferenciar del doble, pero es que si uno no ha conseguido diferenciarse a sí mismo del propio doble, ¿cómo puede esperarse que sepa hacerlo con las demás personas, que tienen, por fuerza, que resultarle más extrañas y ajenas? Y, ¿si no sabe diferenciar a los demás de sus dobles, cómo conseguirá amarlos?
Los ascetas - y la mayor parte de los místicos tienen algo de ascetas en su psique -incorporan un impulso sádico, dirigido contra su cuerpo y varios elementos de su alma, que entrevén como su doble. En la búsqueda del martirio, en la autotortura, pretenderían dañar y someter al doble; estrategia absolutamente absurda, porque con medidas antinaturales únicamente se fomenta aquello que se pretende combatir. Con recursos sádicos, de tal naturaleza, fortalecían los impulsos masoquistas Asúricos, fuertemente vinculados a una sexualidad desviada. No es en vano que tales estrategias hayan sido, desde siempre, utilizadas en la línea contra-lniciática de la Magia Negra.
ImageEl Verbo Creador no nos dio un cuerpo para que nosotros lo cortásemos, o lo perforásemos y lo hiciésemos sangrar. Nuestro cuerpo es un ente biológico, como un animal doméstico, como una mascota, pero mucho más próximo y necesario. Nadie consideraría santo a quien se dedicase a rebanar en rodajas a su perro o a su gato, pero sí se considera una acción santa cuando eso se lo hace uno a su propio cuerpo. A mi, personalmente, tales cosas siempre me han parecido aberraciones, y mis estudios y mi contacto con profesionales en la Psicología únicamente me ha reforzado en esa sensación espontánea de mi psique.
Con esta larga digresión vengo a incidir en que en la psique de un San Francisco, al menos como llega hasta nosotros reflejada por los documentos, parecería hallarse presente algo de todo esto. Existe una monomanía continua con la necesidad de mortificación, es decir, de auto-tortura, aunque se halle en gran medida desplazada hasta lo psíquico. Aquí incidimos plenamente en el enfoque del Budha.
Budha niega el ascetismo como método válido y actual de progreso espiritual, pero, acto seguido, traspasa el ascetismo al nivel psíquico. La privación de todo lo que el cuerpo astral solicita para su adecuado mantenimiento, es un método, probablemente muy eficaz a largo plazo, para matar el cuerpo astral, y, por consiguiente, para desapegarlo del mundo de la manifestación. De esa forma, y tras varias encarnaciones, se rompen las skandhas y se interrumpe el impulso hacia la encarnación. Pero, ¡señores! ¡Ese no es el camino Cristiano! ¡No es nuestro camino! Nosotros tenemos que encarnar, una y otra vez, hasta que hayamos terminado nuestro trabajo. No tenemos que romper skandhas, tenemos que asegurarnos de mantenerlas en las mejores condiciones de operatividad. Necesitamos las skandhascomo el buzo necesita los plomos, para mantenerse sumergido. Únicamente podemos prescindir de las skandhas cuando nos vamos de vacaciones, entre una encarnación y otra, pero, terminado el período de descanso, comienza una nueva temporada de duro trabajo.
Steiner toca directamente este problema en un ciclo de conferencias titulado "La Acción de Cristo en la Vida Social" (Cuatro conferencias pronunciadas en Dornach y Londres los días 26 y 27 de Noviembre de 1916 y 17 y 18 de Noviembre de 1922). Ediciones Pau de Damasc. Barcelona. 1993. Pg. 33 y sgs. Allí describe el papel de Jehová al implantar, en la naturaleza inferior del hombre, una 'atracción' hacia lo terreno, que le impedía escapar al cosmos siguiendo los estímulos de Lucifer. Esa fuerza es la misma que se expresa externamente como fuerza de atracción planetaria, que mantiene a la Luna girando en su entorno sin poder llegar a escapar nunca de su órbita. Jehová, siguiendo los dictados de Cristo, genera skhandas. Budha, por ser una individualidad altamente ética, podríamos decir tal vez, demasiado ética, como es el caso de Lucifer, enseña al hombre a destruir los skhandas, para escapar del mundo material.
Como señala Steiner en el ciclo de referencia, el hombre se hace perteneciente de la Tierra únicamente cuando acoge a todos los demás hombres en su interior, y, viceversa, no podría alcanzar nunca tal estado de conciencia, si no fuese por las posibilidades que le suministra el mundo material:
"...lo importante era situar el antagonismo a Lucifer en la naturaleza inferior del hombre, mientras el hombre no desarrollara su yo en la forma en que lo hizo en -torno a la época del Misterio del Gólgota. No suele valorarse en todo su alcance el hecho de que el yo se hallaba muy amortiguado en épocas antiguas. En realidad el yo comenzó a sobresalir en los siglos cercanos al Misterio del Gólgota. Y en ese momento ya no bastaba con Introducir en la naturaleza inconsciente, subconsciente, aquello que se contrapone a Lucifer. Algo nuevo había de agregarse, algo que el hombre fuera capaz de acoger en su conciencia. Cristo, que constituye la evolución ulterior del Dios Jahveh. Cristo tenía que venir para que desde entonces, en forma consciente, por su adhesión a Cristo, el hombre se contrapusiera a la mera espiritualización que pretendía promover Lucifer. Porque Cristo descendió para todos los hombres, pero únicamente pertenecemos a la Tierra si sentimos nuestro nexo con todos los hombres; solo entonces pertenecemos realmente a la Tierra. En nuestro nexo con los hombres y en lo que aportamos para esa relación, para esa plena y total vinculación, comprendemos íntimamente a Cristo."
Nosotros no podemos incurrir en el error medieval de confundir al hombre con sudoble, ni al mundo con el infierno. Eso es una pésima asimilación del Dualismo Maniqueo. En términos populares: 'Tomar el rábano por las hojas' o 'confundir el tocino con la velocidad'.  La realidad es que 'dentro' del hombre se halla su doble, y'dentro' del planeta se halla, al menos una parte, una entrada al infierno. Pero como todo terapeuta sabe, la curación únicamente puede realizarse a partir de y haciendo hincapié en la parte sana, no en la enferma. Y, si desconocemos o ignoramos la existencia de la parte sana, si la confundimos con la enferma, no existe esperanza de curación. Y, si por combatir lo enfermo, agredimos a lo sano, como hace la Ascética, entonces estamos incurriendo directamente en el suicidio, y los Asuras guían firmemente nuestra mano.
El verdadero Maniqueísmo, en el extremo, es la máxima Alquimia Espiritual, que hasta ahora es básicamente patrimonio del Cristo. Él es Quien expondrá la forma de convertir el Mal en Bien. Pero, con considerable probabilidad, el camino no pasará por agredir y dañar las partes sanas, en base a la justificación de que envuelven a las enfermas y que, por tanto, algo de la condición de maldad deben de compartir, aunque solo sea por proximidad...
ImageEn la figura de Cristo, tal como nos la reflejan los Evangelios o los Apócrifos, no se trasluce para nada esa figura inquisitorial y censuradora, sino más bien todo lo contrario. Raramente censuró comportamientos, exceptuando aquellos que conculcaban los valores esenciales, tales como lo que es espiritual o lo que concierne a la pureza de los niños; pero nunca culpabilizó a los pecadores, sino más al contrario, intentó exculpar y relativizar los comportamientos habitual o convencionalmente condenados por la sociedad.
La moral del Cristo es la moral del hombre, es decir, la moral puesta al servicio del ideal humano, no el hombre al servicio de la moral. En otros términos, la Imaginación oFantasía Moral, de la que habla Steiner. Cristo es el YO, y, como tal, supera la LEY, que es el sustituto externo del YO. Mientras el hombre no es sujeto, ha de conducirse de acuerdo a la LEY, pero cuando es sujeto, no existe LEY externa, sino la conducción interna del verdadero YO, del Verbo Creador, que es Imaginación Creadora, imposible de sujetar a leyes estructuradas.
Con Cristo, con el YO, la moral se convierte en una sensibilidad incorporada en el alma, que nos informa, instantáneamente, de lo que concuerda o no concuerda con una situación determinada.
En todas estas consideraciones, podemos comenzar a entrever las diferencias entre la actitud Paulina y la de Francisco. Pablo opera con el YO en su interioridad. Francisco 'actúa' para el YO, tal como él lo percibe o entiende. No ha podido acogerlo todavía en su interior. Por lo tanto, 'actúa', 'representa' para Él. Hay mucho de dramatización, de teatralización, en los comportamientos místicos, que imaginan formas mil de 'seducir' al Cristo, a Quien ellos consideran como su amante, lo que no sería una imagen del todo desafortunada de no estar excesivamente cargada de contenidos sexuales inconscientes, frutos inseparables de la represión, tema que ya hemos considerado en epígrafes anteriores de este ensayo.
En los propios textos atribuidos a Francisco, una y otra vez explícita con toda claridad que todo lo hace para mortificarse, para dañarse a sí mismo, no como un fin, sino como un medio. Si besa una llaga de un leproso, lo hace para sufrir. Esa no es una aproximación sana. Un ser impregnado realmente del Anima Cándida lo haría por amor, como un don, y, al mismo tiempo, disfrutaría, porque dar amor es disfrutar, es gozar, como en un auténtico orgasmo espiritual. Pero el místico prefiere sufrir, porque tiene miedo del amor, como de toda expansión natural. De hecho,está aprisionado en una coraza neurótica extremadamente rígida, en la que cualquier movimiento de energía biológica es erróneamente percibido como diabólico.
Pablo, como toda persona sana, ya dejaba que fuese la vida la que le castigase cuando fuese necesario, un hecho del cual podemos tener la más absoluta certeza. Las Entidades de la Adversidad no precisan de la ayuda externa de espontáneos, se bastan y se sobran a sí mismas.
Como no pensaba en sí mismo más de lo indispensable, en realidad se pasaba el tiempo ocupado en imaginar formas de solucionar los problemas que le suscitaban los demás, sus discípulos y los que no lo eran, y no le restaba demasiado para autocontemplarse el ombligo espiritual y dilucidar si era suficientemente bello, problema básico de los místicos y los ascetas, que, en el fondo, no están tan interesados en lo que les ocurra a los demás como en sus propias e íntimas peculiaridades.
Para cerrar este punto, que es origen de no pocas confusiones y actitudes erróneas en nuestro ambiente de cultivo espiritual, yo diría que no soy capaz de imaginarme, por ejemplo, a una Teresa de Calcuta como correspondiente al impulso de Francisco, y sí, por el contrario, la entiendo más y mejor como Paulina. Alguien que no piensa en sí mismo más de lo necesario para garantizar la adecuada funcionalidad como el instrumento que uno se considera, y el resto de su libido lo coloca en sus prójimos, a los que sirve con amor y con inseparable gozo anímico. No para autovejarse y autodegradarse.
ImagePara no pecar de subjetividad, recalco una vez más que hago referencia a una imagen de Francisco como la que ha quedado como poso cultural. No sé, y tampoco me siento, al menos de momento, atraído por investigar si, en realidad, la individualidad de Francisco correspondía exactamente a estas coordenadas. Únicamente puedo opinar sobre lo que se ha exteriorizado o derramado sobre la humanidad a partir de su trabajo, y ese contenido es, al menos en mi apreciación, bastante confuso. Como yo no tengo, afortunadamente, que juzgar el alma de Francisco ni la de nadie, tampoco tengo que esforzarme sobrehumanamente para determinar qué es exactamente lo que en realidad hizo. Me refiero a su imagen histórica. El esfuerzo de indagación lo invertiré en las individualidades que despierten mayor resonancia en mi interior.
Esta larga digresión sobre Francisco tiene que ver con el peso considerable que esta figura tiene en nuestra tradición religiosa, y con el hecho esotérico de su vinculación con el Budha, con quien comparte actualmente función y destino en la Esfera Interna de Marte. Y, a su vez, la individualidad del Budha, con el impulso y la moral de Sabiduría Cósmica de Lucifer, punto sobre el que hablaremos algo más todavía. Es necesario, de todas formas, recalcar que esas actitudes las desarrollaron esas individualidades cuando se hallaban encarnadas dentro de un cuerpo físico, lo cual significa, en sí mismo, un problema, porque la misma existencia del cerebro, pongamos por caso, es un poderoso obstáculo para una adecuada percepción y expresión de lo espiritual en el hombre. Por ejemplo, Steiner explica que, después de desencarnada, Blavatsky no se mostraba muy conforme con algunas de las cosas que hizo cuando estaba viva, dificultad que imagino bastante generalizada entre los pobres seres humanos.
En cualquier caso, los místicos y la Iglesia Medieval en general, son una referencia idónea de pésimas relaciones con el cuerpo físico del ser humanoes decir, un buen ejemplo de ignorancia y de algo a ser cuidadosamente evitado en el correcto camino espiritual, que, nunca se enfatizará lo suficiente, debe estar cargado de sentido común. La adecuada aproximación a la naturaleza (y el cuerpo es esencialmente naturaleza, biología) es la Goetheana: la observación atenta y desprejuiciada, desprovista de apriorismos, ejercida con ojos de infante si fuese posible. Lo biológico no es pecaminoso, no tiene categorías, ni sellos, ni códigos de barras. Para el niño, ninguna función, ninguna parte del cuerpo es 'pecado'.
Ese posicionamiento “virginal” sería esencial recuperarlo en la etapa actual del Alma Consciente, en la cual no tiene el menor valor lo que el gerifalte político o religioso, o incluso el alma grupal o espíritu tribal de cualquier comunidad o nación prehistórica hayan valorado como conveniente a sus intereses, para crear una reglamentación de cualquier índole.
Lo que nos ayuda a seguir viviendo es bueno, lo que lo dificulta es malo. (El dicho popular afirma: 'Lo que no mata, engorda'.) En extremo, estas serían las referencias más amplias con las que contar. Lo que me ayuda a mí o a otro ser humano a aguantar en este mundo (siendo como es, y no hace falta explicarlo mucho, porque todos nos entendemos) es bueno, lo que le complica esa tarea, ingrata de por sí, más de lo indispensable, no es bueno.
Lo que enfatiza el bien de los más, sin perjudicar en exceso el bien de los menos (defecto del enfoque Ahrimánico, que siempre sacrifica a las minorías, exceptuando -por supuesto - la minoría dirigente), eso es bueno. Lo que sacrifica el bien de los demás, para que muy pocos queden beneficiados, no es bueno.
Un inteligente y cuidadoso sentido de vigilancia, para que nadie quede, en ninguna parte ni rincón del planeta, oprimido o perjudicado más allá de ciertos límites, mínimos y razonables, será la consigna a seguir si queremos que el mundo y la humanidad tengan futuro. Y eso habrá de incorporarse a la ética, tanto la personal como la mundial. Pero es que se trata de una simple descripción de cómo opera la realidad suprasensible, ya a un primario nivel etérico, sin necesidad de ascender más arriba o más lejos.
Ya va siendo tiempo de que empecemos a tolerar la satisfacción, el placer, como algo natural, de la misma forma que lo hacen un animal o un niño y así aprenderemos a disfrutar con lo natural. Vincular placer con naturaleza y establecer unas adecuadas relaciones con esos dos conceptos y con esas dos realidades es una asignatura todavía pendiente para la humanidad, como lo demostró Wilhelm Reich. Tenemos que aprender a liberar a Dionisos de los Titanes, pero no le ayudaremos crucificándolo mediante la tortura y la represión.
Tendríamos que rescatar el Dionisos -encantado y convertido en Asúrico- y retrotraerlo a su entidad original de Dionisos niño, inocente, plenamente bañado por las energías del Anima Cándida. Ese sería un camino señalado para la supervivencia física del género humano, ya seriamente amenazada, y, por supuesto, esencial para el adecuado mantenimiento del equilibrio psíquico.
ImageLa recuperación del niño interno, de la capacidad de asombro, de la creatividad y del gozo del juego, son pasos ineludibles para la re-generación de la humanidad acosada por las huestes de Soradt.
En todo ello vemos, nítidamente, la distinción entre la moral del Budha y lo que puede ser la moral Cristiana, todavía por inventar. El Budha propuso el corte radical con la naturaleza, ¡ni siquiera las impresiones sensoriales debían ser registradas como gratificantes, porque entonces se crearía dependencia! Nosotros basamos toda nuestra concepción de la realidad en la dependencia de todo para con todo, por tanto, entendemos bastante bien el consejo de Steiner de abrir los sentidos y la percepción, porque entonces nos acercamos a la constatación de que el cosmos es viviente, y de que participamos en él como él participa en nosotros. Él depende de nosotros, y nosotros dependemos de él, y todos dependemos unos de otros, porque todos somos parte de un mismo Ser.
Nosotros no pretendemos huir de la rueda de Shamsara, entre otras cosas porque sabemos que no se puede. Es más inteligente y razonable dirigir nuestros esfuerzos a conseguir que nuestro paso por tal rueda sea de beneficio para nosotros y para la humanidad, siendo ambas cosas una y la misma. Ahí radica la diferencia entre Francisco y San Pablo, o entre Budha y Cristo.
Personalmente comprendo al 100% las razones que pueden existir para no estar de acuerdo con la realidad física material. Tan sensibilizado estoy en ese tema, que creo que tal vez a mí se me ocurran todavía más motivos de reproche que a los Budhistas, sin embargo, no entiendo la solución que consiste en fugarse y dejar a todos los demás 'en medio del pastel'.
Uno de mis condicionantes anímicos es la necesidad de encontrar una explicación razonable a las cosas, especialmente si esas cosas son problemáticas y molestas. El Budha define - y con mucho acierto - la realidad física (que para él es Maya) es dolor. De acuerdo, pero, ¿por qué? ¿Porque sí? ¿Porque ambas cosas son consustanciales? Son respuestas que no explican nada. ¿Por capricho de los Dioses? ¿Es Dios un sádico con sus criaturas? Los planteamientos del Budha no responden nada, no explican nada. Únicamente el dualismo pone el dedo en la llaga: El Mal disfruta y se alimenta del sufrimiento humano. Eso es una respuesta. Poco estética. Muy poco presentable política y socialmente, según los cánones presentes, pero es una respuesta. Algunos investigadores, por cierto escasamente conocedores de la dimensión esotérica de a realidad, están llegando por sí mismos a esta conclusión, hoy día ineludible.
Por lo tanto, dada la diferencia de cosmovisiones de referencia, un Budhista, en su línea de razonamiento, rompería todos sus lazos con el mundo. Nosotros debemos cuidar y seleccionar escrupulosamente nuestros lazos con el mundo, al igual que lo hacemos con nuestra pareja, porque estamos matrimoniados con el mundo, como lo está Cristo. Es una relación difícil, compleja, llena de problemas, pero ineludible. Por consiguiente, es absurdo que rompamos nuestros lazos con nuestro cónyuge, ya que, como suele decirse hoy día: estamos condenados a entendernos.
Lo única postura razonable consistiría en estudiar cada uno de estos lazos, y procurar cultivar los favorables y restringir al máximo los que no lo sean. ¿Que los lazos, los vínculos, crean dependencia?, ¡claro! Es inevitable. El ser humano es contingente, es limitado. Por definición. Necesita a todos los demás seres humanos, y, por extensión, probablemente al resto de lo creado, que, al fin y a la postre, es su círculo de responsabilidad kármica como globalidad.
Todos nos necesitamos a todos, y cada uno necesita al Cosmos. Todo son dependencias. ¡Resulta tan fatua y poco práctica la idea de la independencia!
Ese es otro de los conceptos confusos en la enseñanza que hemos heredado del Budha. Por supuesto que la ausencia de quien se ama produce dolor, pero si para luchar contra el dolor, para erradicarlo de nuestras vidas (objetivo absolutamente encomiable, que suscribiría al 100%) hay que matar el amor, hemos hecho un negocio redondo. Sería algo así como desactivar nuestro sistema nervioso para impedir que nos trasmita señales dolorosas. Eso, como otras veces hemos señalado, los ingleses lo explican muy gráficamente como: 'tirar el niño junto con el agua sucia'.
Personalmente desconfío de un amor que no contenga absolutamente ningún rastro de dependencia. Si existiera, no sería humano. Los humanos nos necesitamos, entre otras cosas, porque nos amamos. O, a la inversa, nos amamos porque nos necesitamos. El amor universal, la 'simpatheia panton' de los griegos, es la atracción magnética de los opuestos o complementarios.
ImageNos necesitamos como el corazón necesita al hígado, y éste a los ríñones, y así sucesivamente. Somos todos órganos en el cuerpo de Cristo. Y, por lo tanto, todos nos necesitamos unos a otros, y todos a El, y Él a nosotros. Remarco esta última parte de la frase, porque es una consideración que únicamente algún místico (más reflexivo que extático) ha sabido hacer, y que Steiner resaltaba. Cristo nos ama, y nos necesita. Estoy seguro de ello, pero, además, es un convencimiento que me reconforta. Me gratifica mucho más, que pensar que nos ama, pero que no le hacemos falta para nada.
Dependemos de la Tierra, dependemos unos de otros. Somos, en extremo, total y absolutamente dependientes de todo cuanto existe, porque tomar conciencia de ese hecho es el comienzo de la auténtica experienciabudhica. La negación de tal realidad no conduciría a ninguna parte. Más al contrario, la intensificación de la conciencia de esa pertenencia universal, puede ayudar en muchos momentos de desconcierto o desorientación, cuando la obscuridad nos parece invadirlo todo.
Como explica Steiner, hasta el momento de la encarnación de Cristo en el planeta, todas las energías utilizadas en la Iniciación eran de naturaleza Luciférica, posteriormente equilibrada por el Cristo en su encuentro personal con el iniciando. Así pues, el proceso espiritual de la humanidad anterior al Cristo, incluyendo el importante hito y realización del Budha, son hechos netamente Luciféricos. Tanto es así que, tal como también advierte Steiner, incluso los distintos Evangelios, cada uno de los cuales simboliza y resume un camino iniciático, operan como Luciféricos si no se contraponen y complementan unos con otros.
Para comprender la posición de Lucifer, resulta altamente ilustrativo comprender la del Budha Gautama Sakyamuni, y la forma en que, tal como narra su leyenda, su alma, que había sido mantenida ignorante de la existencia del sufrimiento en el mundo, encerrado dentro de los muros de su palacio, de pronto toma conciencia de la pobreza, de la enfermedad y de la muerte. Como he señalado otras veces, a Budha le bastó con un solo ejemplo de cada, para quedar abrumado por el sufrimiento humano. La mayor parte de nosotros, no conseguimos la misma afectación, a pesar de ser testigos continuos de toda clase de aberraciones. Esa es la diferencia entre uno de los más elevados Iniciados de la humanidad y los demás hombres del montón, que nos resulta muy difícil y poco estimulante interesarnos por lo que les sucede a los otros...
El Budha se hace una composición de la realidad y elabora una serie de procedimientos anímicos, idóneos para cortar los lazos con tal realidad. Es un comportamiento congruente, en una individualidad pre-Cristiana, pero no presenta excesiva utilidad para los iniciandos dentro del proceso Cristiano. Por supuesto, hay muchas cosas que aprender del Noble Óctuple Sendero, pero no con la óptica y finalidad para la cual elaboró estas técnicas su creador. Es algo así como una reconversión o reciclaje de las técnicas, que tiene bastante poco que ver con la forma y, sobre todo, los objetivos para los cuales se utilizaban en sus comienzos.
Para comprender de una manera adecuada la actitud de Lucifer, resulta esencial establecer la identificación entre Lucifer y la Leyenda de Prometeo. Esta identificación se puede llevar a cabo, además de por un razonamiento libre y sano, o una inspiración afortunada, deduciendo a partir de lo expuesto por Steiner en el libro"La Leyenda del Templo". (Rudolf Steiner Press. London. 1985. Capítulo 4. Charla impartida en Berlín, el 7 de Octubre de 1904, y siguientes.) Allí se habla de las líneas de Caín y Abel, de cómo la línea de Caín es inspirada por la Luz de Lucifer, y de cómo Caín obedece en todo al impulso de Prometeo. Conociendo suficientemente las características Luciféricas, no resulta difícil hacer esta identificación, que ha resultado altamente inspiradora para aquellos Antropósofos interesados en la vertiente Dualista o Maniquea del Conocimiento Oculto.
Por lo general, en el ambiente Antroposófico manejamos unas ideas de Lucifer que no se ajustan demasiado a la realidad, y que sería muy adecuado precisar para poderlas convertir en operativas. En definitiva, el ocultista debe llegar a actuar como un terapeuta o transformador de la realidad, sabiendo que esto puede conseguirse, ya de entrada, cultivando una adecuada imagen o comprensión de la misma.
Dado que la realidad es viviente y consciente, es muy importante que dispongamos de unas imágenes lo más exactas y actualizadas posibles, al objeto de que nuestra interrelación con los seres que la integran sea fructífera y constructiva. Esto resulta particularmente importante en el caso de Lucifer porque es la primera de las Entidades suprasensibles con la que debemos ejercer nuestra misión de re-generación. Es mucho lo que le debemos, y mucho lo que todavía precisamos de su colaboración para nuestro trabajo futuro, y, por consiguiente, es vital que consigamos entender su posición en nuestro cosmos.
ImageEl 'pecado', por así decirlo, de Lucifer es uno muy peculiar. A diferencia del resto de las Jerarquías Creadoras normales, anhela disfrutar de auto-conciencia, saborear el momento presente desde un centro propio, gozar su propia perspectiva. Observar el mundo con su propia mirada, y comprenderlo con su propia comprensión, y, al hacerlo, disfrutar de la satisfacción del acto de comprender, que implica, al mismo tiempo, estar unido y estar separado, pero de una forma fructífera, del resto de lo creado.
Ninguna de estas cosas se halla al alcance de las Jerarquías Creadoras normales, que no poseen auto-conciencia, cualidad exclusiva del ser humano. Los seres pertenecientes a las Jerarquías, poseen dos estados de conciencia alternativos, de una manera, en cierto modo semejante a la humana: el estado de sueño y el estado de vigilia. En el estado de sueño son inconscientes y en el de vigilia son conscientes, hasta ahí, todo es semejante. También hay más semejanzas, cuando proyectan su conciencia hacia afuera, se produce el estado de vigilia; cuando la proyectan hacia su interior y cortan el contacto con las 'impresiones sensoriales' (o lo que en ellos y su estado cumple ese papel), entonces caen en el estado de sueño o inconsciencia, es decir, se hallan en una condición comparable a la del humano común, que no ha transitado el sendero del conocimiento suprasensible ni adquirido el estado de conciencia dentro del sueño.
Ahora vamos a considerar las diferencias. El ser humano, cuando se despierta, se asoma al mundo externo, el mundo físico que todos conocemos y compartimos en nuestra conciencia vigílica, lo que nos une unos a otros humanos; ya que la conciencia de lo no físico, al menos en sus primeras etapas, es, por el contrario, un sendero de diferenciación en la individualidad.
En el Ángel, pongamos por caso, las cosas son parcialmente diferentes. Cuando proyecta la conciencia fuera de sí mismo, no disfruta de un centro propio, de un vértice referente de su identidad, como ocurre con el humano, que, en cualquier caso, y aunque no siempre lo haga con propiedad, interpreta la realidad que le circunda a partir del centro que constituye su yo, o, cuando menos, el germen del mismo. Cuando el Ángel se despierta, lo hace en el seno de la conciencia y las vivencias anímicas de otro ser, de un ser superior, de un Arcángel, el cual, a su vez, se halla despierto en un ser superior, que es un Archai o Espíritu del Tiempo, y así sucesivamente.
Para el Ángel, el Cosmos exterior es la totalidad de las Jerarquías Creadoras, que él percibe y vivencia desde su propia interioridad conjunta, como sí él fuese un componente anímico de ellos (lo que en realidad es así). Podríamos entenderlo imaginando un inmenso árbol cuyo tronco original es la Mente Divina (lo que los ingleses denominan Godhead) el Padre, de ese tronco comienzan por diferenciarse algunas ramas, que son los Serafines, de ellos se abren otras ramas, que son losQuerubines, de ellos parten los Tronos, y así sucesivamente hasta llegar a la más amplia ramificación que serían los Angeles (aunque, de hecho, habría que incluir también los reinos de los Espíritus de los Elementos, pero es mejor dejarlo a este nivel para facilitar la comprensión): cada ramita, hasta la más ínfima, se experimenta a sí misma como una parte de la totalidad del árbol, pero no es consciente de su diferenciación, no se aprecia como autónoma, como algo distinto del resto. De hecho, lo único que diferencia a los distintos rangos de seres suprasensibles es la amplitud y la penetración de su conciencia.
Para un Ángel, por lo tanto, el hecho de replegarse sobre sí mismo y no caer en un estado de inconsciencia, constituye, al igual que para el humano, una Iniciación, un salto cualitativo de conciencia, que le sitúa en una línea especial dentro de las Jerarquías, que es la que puede comprender el propósito del Verbo Divino al crear al ser humano, porque ese propósito no es otro que originar nuevos seres semejantes a Él Mismo, es decir, dotados de autoconciencia en la Plenitud.
El 'pecado' de Lucifer es la conquista de la auto-conciencia. Mientras los restantes órdenes de seres jerárquicos se mantienen dentro de su conciencia compartida, él separa la suya, para poder percibir, no sensitiva y afectivamente la realidad, sino a un nivel de comprensión inteligente. Por métodos no explicitados por el momento, pero que debieron tener bastante que ver con un esfuerzo sobrehumano de voluntad, Lucifer hace suyo 'el fuego de los dioses', el pensamiento de una mente singularizada, prerrogativa que, previamente, únicamente manejaban los Elohim, entidades del orden de las Potestades, a los que, precisamente por ese motivo, se les ha llamado 'Espíritus de la Personalidad' y 'Espíritus de la Forma Material'. En estas dos últimas funciones, han de colaborar, respectivamente, con las Entidades Asúricas y con las Ahrimánicas. Con los Asuras para asentar la semilla del egoísmo en el alma humana, punto ineludible a partir del cual se asentará posteriormente el verdadero yo, preparado por el Anima Cándida y conferido en última instancia por el Cristo. Con Ahrimán para poder encerrar el alma humana (el cuerpo astral) dentro de un cuerpo de carne, cuya forma ha moldeado Ahrimán a partir del arquetipo transmitido y supervisado por Jehová, y que se ha rellenado de substancia material que generan los Asuras a partir de la aniquilación de la sustancia matriz primordial espiritual o Muhlaprakriti.
Si, tal como hemos visto anteriormente, entendemos que los Seres Luciféricos son Entidades que pertenecen al Segundo Coro de Jerarquías Creadoras, un nivel por debajo de los Ahrimánicos, es decir, Dynamis o Espíritus del Movimiento, que en la terminología oculta hindú son designados como Espíritus del Fuego o Agnichváttasy también Mánasa-putras o Hijos de la mente divina. Su especialidad es la generación de seres pertenecientes al más bajo de los niveles del Tercer Coro, es decir, los Ángeles.
Si entendemos todo esto, entendemos enseguida que los Dynamis o Virtudes, por estar situados por encima de los Elohim, no debieron tener excesiva dificultad en arrebatarles una parte de su Fuego individualizado, que no es más que una de las cualidades de la Kundalini, entendida esta última ampliamente. O, expresado en términos más hinduístas, el Fokat o Fuego Cósmico original, que, en todo caso, circula y opera paralelamente a la Kundalini, especialmente en aquellos tiempos primigenios.
ImageAsí pues, un determinado rango deDynamis, tomaron una parte del 'Fuego de Individualización' de los Elohim, conferidor de auto-conciencia, y, utilizando a losÁngeles por ellos mismos generados, los introdujeron en los cuerpos físicos germinales (todavía no condensados a nivel material) de una serie de almas individuales en los primeros tiempos de laÉpoca Lemúrica, y, empleando esa energía, provocaron una brillante descarga ascendente y vertical que, en forma de serpiente que se desenrosca, ascendió desde el chakra básico hasta el actual chakra del entrecejo, activándolo súbitamente, y produciendo un prematuro despertar de la auto-conciencia en aquellos seres que estaban destinados a encarnar como futuros hombres.
Este es el Pecado Original, y en esto consiste la famosa “tentación de la serpiente”. ¿Qué tiene que ver la mujer en todo esto? Cuando todos los sucesos relatados tenían lugar, todavía no se había producido la diferenciación de sexos, aunque sobre este punto los diversos autores ocultos se expresan de formas ligeramente diferentes. En mi percepción, concuerdo con los que se inclinan por explicar que tal diferenciación estaba próxima, y que estos hechos fueron su desencadenante. El hombre era entonces una especie de huevo de muy gran tamaño, con unos indicios de extremidades, que en su medio natural le servían más para flotar que para otra cosa, algo así como las aletas de las morsas. Aunque su apariencia externa no era particularmente grata, al menos de acuerdo a nuestros baremos presentes, era un ser con considerables posibilidades, y, sobre todo, era un ser altamente equilibrado, aunque, para aquellos tiempos, estaba comenzando a dejar de serlo. En su psique (en su cuerpo astral) y también en su cuerpo etérico, se insinuaba una escisión. Por una parte estaba su parte espiritual y su proyecto de parte física, esta era la futura dimensión o parte masculina. Por otra parte, estaba su parte anímica o cuerpo astral, y su cuerpo etérico, esta era la futura parte femenina.
Algunos de ellos se centraban o se hallaban más activos en su parte femenina, otros en la masculina. En los primeros predominaba el aspecto anímico 'harria manas'(interacción afectiva con el entorno, que era, en parte semejante y en parte distinto al descrito más arriba como propio de las actuales Jerarquías Creadoras) y la energía etérica 'linga sharira'; en los otros la conexión espiritual un manas germinal que vibraba fundamentalmente al nivel de budhi, (la identificación con las Jerarquías Progenitoras) y su futura expresión física, entonces todavía básicamente como proyecto.
La intervención de los Dynamis Luciféricos determinó la activación de un prematuro “manas”  en aquellos humanos germinales de la Tercera Raza Hermafrodítica inmaterial.
Esa intervención necesariamente había de producir resultados diferentes en ambos tipos de seres humanos germinales:
El tipo que denominaremos protoFemenino, activó un manas rudimentario que se vio, enseguida, sometido a la poderosa influencia de Kama (el Deseo, el anhelo y apego por la sensación que producen los intercambios sensoriales), es decir, el Yo incipiente se vio apresado por el poderoso Cuerpo Astral, reforzado a su vez por los vigorosos impulsos energéticos de su Cuerpo Etérico. Esto se refleja en la Leyenda de Prometeo como el buitre que devora incesantemente el hígado del héroe caído, encadenado a la cima del Cáucaso. Lo que se simboliza de esta forma es que para esta parte de la humanidad, la conciencia supone el apresamiento por la fascinación del deseo, vehiculizado por el cuerpo astral, que ataca y daña al cuerpo etérico, expresado por el órgano más representativo de ese nivel, que es el hígado. Esta parte de la humanidad, fue tomada bajo la protección y la dirección de Jehová, y a ella se refiere y se consagra toda la tradición Judaica y las religiones sobre ella establecidas. Unos seres más avanzados, de nivel superior al humano, que encarnaron junto con los primeros humanos, siguiendo los planes de Jehová, para conducirlos espiritualmente como guías, son denominados ocultamente Pitris Solares, o 'hijos de Abel'. Ellos son los primeros instructores religiosos de la humanidad, los que cultivaron el sentimiento de reverencia hacia lo divino y trascendente, para que esta parte de la humanidad, más fascinada por el atractivomayávico de lo material, no quedase cegada a los restantes niveles de la realidad ni a su verdadero origen espiritual.
El tipo que denominaremos protoMasculino, activó asimismo un manas provisional, que reforzó el manas-budhi. A la inversa de lo sucedido con la otra parte de la humanidad, en estos seres se incentivó su apego a las Jerarquías Espirituales incorpóreas, una especie de estímulo regresivo, que incrementó sus valores éticos cósmicos (los Lucifericos), y les llevó a rechazar, temporalmente, el compromiso con el mal que siempre implica la encarnación física, por entender que eso podría comprometer su integridad espiritual. Estos seres rehusaron encarnar junto con el resto de la humanidad, y decidieron esperar hasta que existieran unos cuerpos físicos capaces de albergarlos sin hacerles perder el nivel de conciencia espiritualmente sensible del que disfrutaban, por lo que no encarnaron hasta avanzada la Cuarta Época o Época Atlante. La parte que les corresponde de la maldición Prometéica no es la del buitre, sino la del encadenamiento en el Cáucaso, que simboliza la sílice, la estructura cristalina sólida del mundo material, el mineral más puro. Es por ello que esta generación se designa en términos ocultos como 'no nacida de la carne y de la sangre (generación sexual de Jehová) sino del Espíritu', y a ellos se refiere toda la corriente Gnóstica (Griega) y Maniquea (Persa), así como el Evangelio de Juan.
Según algunas corrientes ocultas, y tal como se refiere en el mencionado libro 'Leyenda del Templo', esta parte de la humanidad protoMasculina, no fue generada por Jehová sino por otro Eloha, muy probablemente simpatizante de los Dynamis Lucifericos. Unos seres más avanzados, de nivel superior al humano, que encarnaron junto con estos humanos, para conducirlos espiritualmente como guías, son denominados ocultamente Pitris Lunares, o “hijos de Caín”. Ellos son los que introdujeron las artes y las técnicas y enseñaron al hombre como relacionarse autónomamente con el mundo físico y aprender así a sobrevivir por sí mismos.
ImagePara que estos humanos no cediesen a su original impulso Luciférico y se escapasen de la esfera de lo físico y del ciclo de reencarnaciones, Jehová colocó en su subconsciente una poderosa atracción (estética, qué no instintiva) hacia la materia, y generó esas fuerzas que, poco más tarde, se condensaron en la Luna, pero que actúan, todavía hoy día y continuarán haciéndolo en el futuro -en tanto exista el plano físico de la realidad- como fuerzas gravitatorias, ejercidas desde el centro de la Tierra, a partir de su núcleo Asúrico.
 Esta es la 'Octava Esfera Ahrimánica', que contrapesa la 'Octava Esfera Luciférica', tal como es explicado por Steiner en el fragmento ya aludido contenido en el librito"La Acción del Cristo en la Vida Social".
Para el conjunto total de la humanidad, comenzando por la protoFemenina, en laLemuria, y siguiendo por la protoMasculina, ya en la Atlántida, Jehová determinó la división física y corpórea en dos sexos, masculino y femenino. Esto se hizo con una doble finalidad:
Primero: convertir a los individuos en menos autónomos o autosuficientes y, por tanto, en más manejables para los planes de las Jerarquías Creadoras Evolutivas. De no ser así, ambas partes de la humanidad hubiesen corrido el riesgo de no poder seguir el curso adecuado evolutivo: los primeros por exceso de involucración en la sensorialidad emocional gratificante, procedente de los estímulos sensorios del mundo material; los segundos, por exceso de atracción de los mundos suprasensibles y rechazo del mundo material.
Segundo: para sentar las condiciones que, en función de la irrefrenable atracción hacia la complección de una primordial estructura escindida, pudieran asentar los gérmenes del interés de unos humanos por otros, es decir, los elementos iniciales que, con el tiempo, podrían llegar a convertirse en ese amor al prójimo que predicó el Cristo.
Es evidente que, para la humanidad protoFemenina o Abelítica, la encarnación en cuerpos femeninos agudiza sus inclinaciones básicas, cuando atraviesan por la encarnación física, y la encarnación en cuerpos masculinos la contrapesa. Exactamente lo contrario sucede con la humanidad protoMasculina o Cainita.
En la Leyenda de Prometeo, el símbolo de la humanidad Abelítica se halla representado por la figura de Epimeteo, y la de la Cainita por Prometeo.
Lucifer entiende la individualidad que ha conferido como provisional. Su Iniciación,que es la única que ha existido hasta la encarnación de Cristo, es regresiva, consiste en retrotraerse, paso a paso, a las condiciones previas a la encarnación. Recorrer, al revés, las 42 generaciones que preceden a Cristo en el recuento Bíblico judaico. Es el mismo planteamiento del Budha. Su objetivo consiste en volver al Nirvana original.
Después de la inicial 'Guerra en los Cielos', mantenida entre las Jerarquías Crísticas, encabezadas estratégicamente por Micael por una parte y los Espíritus Luciféricos por la otra, una parte de los Ángeles que originariamente siguieron aLucifer, cambiaron de bando y se pasaron al lado de Micael.
Estos Ángeles separados de Lucifer, dada su especialización en manejar las energías de autoconciencia, exclusiva entre todas las Jerarquías Normales, se convirtieron en los portadores o anunciadores del Yo, comenzando por influir a Juan Bautistacomo individualidad más destacada en este sentido. Están encabezados por la individualidad Angélica designada como Mani/Parsifal, y, a diferencia de los otrosÁngeles Luciféricos, han escogido prolongar la individualidad como algo definitivo, proyectado hacia el futuro, y se acogen bajo la protección e inspiración del Ánima Cándida, que es el Espíritu Santo (Emanación o parte de) en aquella porción del Mismo, descendida y situada provisionalmente en el Plano Etérico.
Es por este motivo que Mani se definía a sí mismo como encarnación del Espíritu Santo o Paráclito. Estas explicaciones son irrelevantes para la humanidad común, en tanto permanece limitada a la conciencia del mundo físico, pero son orientativas para los discípulos, que han escogido someterse al proceso de Iniciación que eleva su conciencia a lo suprasensible, ya que, de esa forma, no se interfiere en su libertad de elección individual, ni en el libre albedrío de la persona.
Como Steiner resaltaba, para reivindicar la importancia cósmica del papel de Lucifer, no debemos nunca perder de vista que estos segundos Ángeles, verdaderos portadores o anunciadores del Yo, no podrían haber existido sin los primeros, es decir, sin su previa condición de Ángeles Luciféricos, que separaron su conciencia de la del resto de las Jerarquías Evolutivas. Sin ese acto, aparentemente egoísta, no podría haber surgido el ego en la humanidad en su dimensión de autoconciencia. Sobre ese germen, los Asuras asientan el egoísmo, como fuerzas de separación (de rechazo y repulsión) con respecto a los otros seres.
Pedro A. Quiñones 



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